13 noviembre, 2011

Salva vidas y cigarros… y literatura #2

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Cíclicamente nos llegaron los tiempos duros, la Salva Vida costaba 25 bolas, no existían las kawamas y ya no habían lugares ni tan siquiera medianamente seguros donde beber. Quedaban unos cuantos chupaderos y la catedral. Sin embargo, no faltaban las risas, y las chicas bailaban "Ale ale Alejandro, Alejandro", moviendo sus aún jóvenes y lustrosos culos… Pero me estoy adelantando. Por ahí no va esta historia de Salva Vidas y cigarros...y literatura.

Todo comenzó por una impuntualidad de Yorch. Él debía entregarnos una caja de libros que debíamos entregarle nosotros a otra persona en otro día en otro lugar. Era la hora pactada y Yorch no había llegado. Y nosotros, que veíamos en el más insignificante evento una excusa, una señal divina para ir a beber, nos fuimos a beber (si él hubiera llegado a tiempo adivinen qué hubiera pasado). Recuerden, estos eran los tiempos en los que una UVA trabajaba para un turco y la otra UVA decía “Yo a pija, manejo vergón” y todavía era una verdad irrefutable. Ahora ya no.

El tour terminó en la Maison (así termina el tour en su orden natural; en el sobrenatural, con trampita: en Lipa). Yorch se reportó, dijo que llegaría al lugar. Al entrar, notamos de inmediato a un anciano sentado de espaldas, con sombrero puesto. Creo que es Yorch, le dijo una UVA a la otra. No es Yorch si no es boina, contestó la otra. Es obvio que este cómico par ya andaba a verga. ¿Y usted no?

Pedimos las respectivas y avanzamos entre el humo morado purpura que emiten los porros adúlteros que se sirven en el lugar. Nos unimos a la mesa del anciano, que no era Yorch. Yorch dijo una vez: “Yo no sé, pero cuando me baño a veces me miro una así como lucecita por el hombro.” Pues este anciano, que iba por el nombre de Abraham, tenía una así como lucecita alrededor de toda su figura. Le caímos como moscas.

Lo invitamos a una imperial y se la bebió de un trago, lo invitamos a otra imperial e hizo lo mismo. Al ver tan furiosa garganta le preguntamos su edad y a qué se dedicaba. “75 años, soy un mariachi retirado.”

A una de las UVAS no le pareció estúpido preguntarle al anciano de 75 años por qué se había retirado. 

-Porque le vendí mi alma al diablo, dijo, y soltó una siniestra carcajada.

-Interesante, pero mejor cuéntenos una de putas, le dijo la otra UVA.

-Por ahí va la cosa, muchachos, le vendí mi alma al diablo por una puta que tenía sida. (Silencio incómodo y temeroso.)

“Hace 50 años me enamoré de la peor puta del barrio medina, vine a Honduras con José Alfredo Jiménez y nunca regresé. Nos emborrachábamos y follabamos día y noche, hasta que un día ella naturalmente murió de sida. El primer caso a nivel mundial y obviamente no registrado. Sus últimas palabras fueron: La única satisfacción que me llevo es que en dos meses te morirás vos también, hijueputa. Cuando me recuperé de la resaca reaccioné. No podía permitirlo, tenía que regresarme a México, mi carrera era la más prometedora de todas, y fue ahí donde decidí venderle mi alma al diablo.

-No lo podés tener todo en la vida, decidite, querés seguir viviendo o ser el mejor mariachi del mundo?, me dijo enigmáticamente el diablo, quien a todas luces sabía que yo ya era el mejor mariachi del mundo. Yo le había entendido todo, el hijo de puta deseaba hacerme pija. Sin más remedio saqué mi guitarra y canté una de mis rancheras inéditas, una que se llama "La balada del borracho y la señora muerte":

Un día estaba tomando / Adentro de una cantina / Cuando llegó aquella dama / De blanco y muy delgadita /  Le dije venga conmigo / A tomarse una copita...

Mi voz era la mejor de todas: una mezcla de la de José Alfredo, Pedro Infante y Celeo Gonzales, con un timbre poderoso y sin precedentes. 

Lo que pasó después es que el jodido diablo me dejó vivir, a cambio de ello se llevó mi talento y se lo dio a Vicente Fernández décadas después.

No me quejo, también me dejó inmunidad contra cualquier ITS, lo cual es jodidamente bueno, tengo 266 hijos, 666 nietos y 166 bisnietos. y el incalculable número de mujeres que me he tirado han permitido que el infierno alargue mis años en la tierra, soy de las pocas personas que ha logrado eso.  Un tal Mick Jagger es el otro caso que conozco.

Por el portón de la maison irrumpe el joven Yorch, trae una caja llena de libros en sus brazos, se nota que viene loco, eso explica su tardanza. Se acerca a nosotros y dice: Vengo de la avenida del amor y les digo esto amigos "Lo divertido vale al menos 500 bolas". Don Abraham se echa la imperial número 6 de un sólo trago of course: En mis tiempos valían 3 lempiras y te permitían 3 corridas, dice. Se refería a las putas. 

Yorch nota la presencia del anciano y, caja de libros en mano, lo queda viendo intensamente. Tiembla, suda, y ni un porro de esos malitos se ha echado. Estamos de testigos. Nosotros empuñábamos las imperiales, no sabiendo qué hacer o esperar. Mejor me voy dijo don Abraham.

Cuando pasó al lado de Yorch, la caja de libros cayó al suelo… Y, para nuestra sorpresa, de la caja no salió más que portadas y polvo… y muchos gusanos. Miles de gusanos. Las termitas tenían una fiesta llamada El mundo es un puñado de polvo. Mas Yorch ni siquiera se percató, su mirada seguía fija en don Abraham, que ya estaba cerrando el portón. Entonces Yorch desfalleció. Tirado en el suelo, empezó a convulsionar y a hablar en lenguas.

God bless the worm for I am the city sky...

the powder is the dust and I am a fly...

Where is Freddie,

if my Mercury is so cold tonight? 

Entonces Jose sale todo asustado de su cueva, creyendo que la inevitable sobredosis de uno de sus clientes al fin había ocurrido. Lleva un kit chasta de primeros auxilios  y la naríz empolvada. Nos dice: Sólo he visto Pulp Fiction chicos, así que apóyenme… Saca una pija de jeringa de adrenalina del kit y repite: EN EL CENTRO DEL PECHO, EN EL CENTRO DEL PECHO...

Caminamos sombríamente hacia la caja con los libros: levantamos dos puñados de polvo comidos a medias, contemplamos el polvillo y los gusanos que caen y comienzan a follar con otros gusanos que a la vez se retuercen sin control al igual que Yorch en medio del patio de la maison. Jose levanta la jeringa  en el aire y las dos UVAS ahí presentes le dicen al unísono: ¿Quién putas lo manda a ponerle Puñado de polvo a un libro?  Hey, Jose, ¿hay tortillas con quesillo? 

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