Hace un par de años, como parte de mi proceso de graduación en la carrera de Letras de la UNAH-VS, escribí una monografía titulada: "Imágenes de San Pedro Sula en la narrativa de la costa norte de la última década". En dicha monografía estudié la obra de varios autores de la zona, entre ellos a Gustavo Campos: Los inacabados y Katastrophé. Aunque mi objetivo era otro (encontrar a "la ciudad más violenta del mundo" en su reciente literatura), me di cuenta que si me hubiese interesado por un tema distinto, por ejemplo, el de la misoginia; en Gustavo Campos habría encontrado ejemplos muy puntuales. Lo anterior me ocurrió con otros temas, es decir, estaba ante una literatura de la cual se podía decir mucho, pero debía delimitar bien mi tema y dejar algunas otras inquietudes temáticas para ocasiones futuras. Finalmente había optado por un tema con un marco teórico más literario y afín a la orientación en la que terminé graduándome.
Pero estoy hablando de literatura y exclusivamente de literatura. Si me hubiera interesado en saber si Gustavo Campos era o no misógino en su vida cotidiana, habría caído en el mismo chismorreo que abandera en su última entrada. Se trataba de hacer completamente lo opuesto, ser lo más académico posible o por lo menos intentarlo, aunque no me cabe duda que hubiera podido responder tal pregunta.
Escribo esto a título personal no porque arda en deseos de responderle a esa papa caliente que tiró en varias manos hace un par de días el poeta Campos, quizá sin el respaldo que esperaba obtener (habla demasiado de sus rencillas personales aunque se me ocurren un par de nombres que seguro tirarán ráfagas a su favor en el futuro cercano) pues cada quien es libre de escoger sus propias enemistades y no deseamos que nos las elijan los demás. Le respondo porque alude a este fallecido blog, a mi persona y a Darío Cálix, con quien solía escribir algunas entradas del mismo. Respecto a esta entrada, Cálix, tomó la decisión de no decir nada, pues tiene muy buenas razones para no desear verse involucrado en una balacera con el poeta (ahora cronista) Gustavo Campos, tampoco detallaré tales razones ni seguiré la línea del poeta en su entrada con respecto a otros temas porque no nos interesa ya escribir a lo Rosas y Espinas. También le daría motivos para ser objeto de sus chismorreos y aunque lo que él pueda decir de mi vida personal me tiene sin cuidado, no me gustaría pero nadita, nadita, que en medio de todas sus pendejadas alucinadas, pudiera mencionar nombres de personas que han tenido un lugar importante en mi vida, así como parece ser la línea de su última entrada (¡Qué hijo de puta! No repara en llevarse de encuentro a personas que deberían quedar al margen de todas estas estupideces ¡Vaya feminista!)
Al parecer Campos quiere pasarle factura a algunos fracturados, entre los cuales me incluyo. Le respondo porque se está volviendo costumbre que todos los años justo después del día del amor y de la amistad (¿falta de atención?) me etiqueten o incluyan en la saguaza de alguna vieja riña. Así que debido a los malos entendidos que luego ocurren como consecuencia de estas menciones, aclaro de una vez por todas mi postura (súper diplomática y política comparándola con algunas anteriores, pero ¿Quién sería Gustavo Campos para juzgarme? Él también ha evolucionado desde la misantropía hasta convertirse en todo un embajador de la buena voluntad cuando le conviene y esto no es ningún chisme y no tiene porqué tampoco ser algo malo, así funcionan las cosas en este país y si uno puede obtener un puesto del gobierno por conocer a alguien importante, alabado sea Bukowski y el tiempo libre)
Pero antes de continuar y como buen ex empleado de varias agencias publicitarias les digo que si no han adquirido todavía un ejemplar de "El último tango en San Pedro", de Darío Cálix, creo que se han tardado demasiado, lo pueden encontrar en Librería Caminante o en las nuevas instalaciones de La hermandad de la uva, el fabuloso bar y restaurante: Nola, que abrirá puertas muy pronto. El valor del mismo es de 200 lempiras y el de las Imperiales y SalvaVidas en Nola, será de 30 lempiras, están ustedes invitados.
Siempre he actuado por mi cuenta, me he burlado por mi cuenta y siempre he encontrado los problemas y dificultades que yo mismo fabriqué, puedo decir lo mismo de mis pocos logros. Por el camino simpaticé con el pensamiento de algunos (hasta con el mismo Gustavo en algún momento de esta casi década de conocerlo), pero fue solo eso. Si en el pasado dije algo diferente, es porque no tenía los guevos de aceptar las consecuencias de mis actos y de las equivocaciones de mi primera juventud. Éramos nihilistas y pendencieros y de eso ya nos queda muy poco en comparación a nuestros primeros ímpetus (no estamos tan cipotes también), quizá La hermandad de la uva fue el último estertor de una generación desencantada que buscaba desacralizar todo (nosotros desde el humor ácido y la mala leche), que cada tema que era colocado en la mesa era objeto de debates y riñas, quiso la suerte que entre nuestras amistades estuvieran las feministas, los revolucionarios, los hippies y demás, así que sobre ellos descargamos muchas veces nuestras baterías, algunas amistades todavía se sostienen otras se perdieron irremediablemente y está bien así para todos.
Soy del parecer que cuando hablamos de algunos temas estamos creando discursos alrededor de los mismos, que es peor no hacerlo, sin embargo, nos cansamos de esos debates y riñas y cuando han vuelto a ser colocados en la mesa por algún neófito del grupo, sin reparar en nuestras amigas feministas o los hippies que nos acompañan, en lo personal he optado por levantarme, encender mi auto e irme a casa; pues se que la velada fue otra vez echada a perder como se echaron a perder muchas otras en el pasado, tampoco daré detalles al respecto pero a que no adivinarían quien...jaja, en fin...
Ahora toca escribir, mostrar si alguno de nosotros puede llegar a algo significativo en la literatura. En parte allí la explicación del silencio del presente blog. Aunque debo agradecerle a Campos que me llame literato, prescindo también de dicha etiqueta porque al igual que algunos otros que ya tuvieron esta papa en sus dedos, considero que mi carencia de obra publicada, no avala esa otra etiqueta que Gustavo me coloca, pero en fin...
Entonces tras haber aceptado todo lo que vino después de mis actos, estoy en una época de descanso y silencio.Ya tengo las enemistades que tengo y probablemente dichas enemistades se mantengan, también ya tengo las amistades que deseo, también deseo que aumenten y que sean de verdad, pero fin...
(Esto parece a estas alturas el prólogo de un libro de autoayuda titulado: "A la orilla de mi Imperial me asomé y lloré en la barra de un viejo bar al recordar que debería ponerme a redactar exámenes en lugar de estar contestando pendejadas")
Ya tengo la fama que he creado sobre mí con las polémicas del pasado y puedo perfectamente echarme a dormir, si me arrepiento de algunas cosas tampoco tiene importancia y no está entre mis metas querer demostrar que soy un pan de dios, vamos que no lo soy y dejémoslo así: los fierros y las etiquetas están bien marcadas, tanto así que quizá no podría invitar a una cerveza a alguna feminista guapa e interesante que me encuentre en algún bar, porque probablemente me conozca sin conocerme siquiera o a lo mejor si pueda...y estos temas sean importantes solo para unos pocos involucrados que tuvieron que darle vuelta a la página desde hace mucho. En fin...aprendí a lidiar con todo ello, bueno se me ocurre que el título del libro de autoayuda podría quedar así: "A la orilla de mi Imperial me asomé y lloré en la barra de un viejo bar al recordar a la feminista guapa que me gustaba y no iba a cogerme jamás, pero que a lo mejor sí...", luego me embarcaría en la misión de beber de ese santo grial y así inspirar a los demás, pero en fin...
Estoy en una etapa de desarrollo profesional porque contrario al poeta Campos, quien sobrevive de su arte, yo busco hacerlo por medio de una labor menos sagrada que la suya. Por eso no estoy dispuesto a que dichas polémicas me sigan afectando, puesto que ahora trabajo en varias instituciones educativas, a lo mejor piensen que moría por decirlo, al igual que Campos con su mención del episodio del Leonardo y el matarratas y el cuchillo sin filo, pero me interesa seguir creciendo en dichas instituciones y las etiquetas que él tomó a bien ponerme o más bien remarcarme -sea porque encontró elementos misóginos en mi escasa obra o por lo que parece ser la verdadera razón: no simpatizar con la ideología de algunas de sus amistades (motivo también válido aunque no determinante) - no me favorecen mucho. Hace algunas semanas un amigo me decía:
"Si yo le parara bola a todo lo que dicen sobre mí, estaría tres metros bajo tierra, si querés tener futuro, no lo hagas".
Sin embargo, no me tomo a la ligera el afán destructivo de Campos, así como aprendí a la mala a no tomarme a la ligera el propio, que Campos se haya tomado a pecho todas las jodas que hicimos de él desde este blog es lo justo, era de esperarse, hasta se tardó demasiado, todo debido a ese papel de santo y de mártir que siempre ha querido interpretar en todo grupo en el que estuvo o está, papel que por estos lados le conocemos muy bien.
Cerraré diciendo que con esto Gustavo Campos ha dado un giro definitivo ¿Hacia la locura? Pero curiosamente este giro es muy al estilo de la costa norte, me ahorro las bienvenidas...
Juan José Bueso.
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