La presente contraportada es un kamikaze destinado a
destruir su dañina e incontrolable fascinación por los hacinados restos vitales
hospitalarios producto de las pestes sangrientas sampedranas, incluyendo
predilecciones por mortalidad infantil rivaniana,
decesos en masa por enfermedades infecto-contagiosas y ascendentes defunciones
por afecciones crónicas. El regreso del
abominable Dr. T. es la píldora marrón, el laxante psíquico para las
insaciables pulsiones del ello más
endogámico y torcido. Las reacciones adversas evolucionan desde náuseas y vómitos
iniciales hasta fuertes cefaleas y convulsiones de tipo epiléptico. Taquicardia
y espontánea relajación de esfínteres son síntomas persistentes, al igual que
el priapismo y la disfunción eréctil en los hombres y los cólicos y amenorrea
en las mujeres. Otras manifestaciones frecuentes incluyen cuadros de psicosis
de sala de emergencia, alucinaciones bisturianas,
mora quirúrgica 4666 y desabastecimiento medicinal-existencial catariniano. El síndrome de intestino
irritado interminable (SI-I…) es especialmente común entre burócratas del
Ministerio de Salud y periodistas quisquillosos parcializados. Se ha registrado
casos de catarsis anal en virginales-hipocráticos-galenos. El consumo de este
material literario está desaconsejado por las autoridades de control sanitario.
Actualmente en el Congreso Nacional se “discute” un proyecto de ley que buscará
la prohibición y definitiva retirada del mercado.
(Johnny
Caminante, La hermandad de la uva editores)
El cinismo del abominable Dr. T. es ilimitado, su
personalidad de Mr. Hyde copula y se
entremezcla con El otro yo del Dr.
Merengue, se deja fotografiar por la prensa regalando termitos de café en
las apocalípticas filas de Consulta Externa, mientras en la sala de urgencias
sujetos con batas blancas luchan por no catalogarse carniceros, siempre y
cuando el hilo para cocer y la anestesia aguanten hasta la próxima donación
primermundista. (César Villacorta, ex-sub director del hospital M.R.)
En vez de estarme preguntando que opino sobre su librito
por qué mejor no dona una pinta de sangre, no le creo mucho eso que la Cruz
Roja lo haya declarado no apto por una simple convulsioncilla que le pegó hace
más de cinco años. (Andrés Morales, enfermero)
Es verdad, les he visto la cara a él y a los otros, han
regalado pantallas planas en mi día, pantagruélicas comidas, fervorosos
apretones de mano, grabadoras digitales para optimizar el trabajo, para
agilizar la noticia, para tergiversarla. Me han reprendido cuando las
estadísticas desfavorecen sus gestiones, otros han “retractado” mis notas sin
prueba alguna sin números siquiera en otros diarios que favorecen su gestión. Estuve
al borde de venderme por unas cuantas migajas. (Gabriel Portillo, periodista carambolero y desempleado)
Tomado de: "Fastidium", novela de JJ Bueso.
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