25 febrero, 2013

El regreso del abominable Dr. T

La presente contraportada es un kamikaze destinado a destruir su dañina e incontrolable fascinación por los hacinados restos vitales hospitalarios producto de las pestes sangrientas sampedranas, incluyendo predilecciones por mortalidad infantil rivaniana, decesos en masa por enfermedades infecto-contagiosas y ascendentes defunciones por afecciones crónicas. El regreso del abominable Dr. T. es la píldora marrón, el laxante psíquico para las insaciables pulsiones del ello más endogámico y torcido. Las reacciones adversas evolucionan desde náuseas y vómitos iniciales hasta fuertes cefaleas y convulsiones de tipo epiléptico. Taquicardia y espontánea relajación de esfínteres son síntomas persistentes, al igual que el priapismo y la disfunción eréctil en los hombres y los cólicos y amenorrea en las mujeres. Otras manifestaciones frecuentes incluyen cuadros de psicosis de sala de emergencia, alucinaciones bisturianas, mora quirúrgica 4666 y desabastecimiento medicinal-existencial catariniano. El síndrome de intestino irritado interminable (SI-I…) es especialmente común entre burócratas del Ministerio de Salud y periodistas quisquillosos parcializados. Se ha registrado casos de catarsis anal en virginales-hipocráticos-galenos. El consumo de este material literario está desaconsejado por las autoridades de control sanitario. Actualmente en el Congreso Nacional se “discute” un proyecto de ley que buscará la prohibición y definitiva retirada del mercado.
(Johnny Caminante, La hermandad de la uva editores)

El cinismo del abominable Dr. T. es ilimitado, su personalidad de Mr. Hyde copula y se entremezcla con El otro yo del Dr. Merengue, se deja fotografiar por la prensa regalando termitos de café en las apocalípticas filas de Consulta Externa, mientras en la sala de urgencias sujetos con batas blancas luchan por no catalogarse carniceros, siempre y cuando el hilo para cocer y la anestesia aguanten hasta la próxima donación primermundista. (César Villacorta, ex-sub director del hospital M.R.)

En vez de estarme preguntando que opino sobre su librito por qué mejor no dona una pinta de sangre, no le creo mucho eso que la Cruz Roja lo haya declarado no apto por una simple convulsioncilla que le pegó hace más de cinco años. (Andrés Morales, enfermero)

Es verdad, les he visto la cara a él y a los otros, han regalado pantallas planas en mi día, pantagruélicas comidas, fervorosos apretones de mano, grabadoras digitales para optimizar el trabajo, para agilizar la noticia, para tergiversarla. Me han reprendido cuando las estadísticas desfavorecen sus gestiones, otros han “retractado” mis notas sin prueba alguna sin números siquiera en otros diarios que favorecen su gestión. Estuve al borde de venderme por unas cuantas migajas. (Gabriel Portillo, periodista carambolero y desempleado)

Tomado de: "Fastidium", novela de JJ Bueso.

No hay comentarios: